En el Boletín Salud y Fármacos se ofreció una traducción del artículo homónimo en Inglés y publicado en 2014 por Every-Palmer S y Howick J en J Eval Clin Pract
Consideran demostrado tras su análisis que los ensayos desfavorables se quedan con frecuencia sin publicar y no están disponibles para los médicos y pacientes. A través de los procesos de publicación selectiva y la manipulación del diseño del estudio, los estudios patrocinados por la industria tienden a ser favorables a sus productos. En pocas palabras, la evidencia patrocinada por la industria es incompleta y está sesgada. La mayoría de los estudios de intervención son patrocinados por la industria. Esto significa que la evidencia de muchas intervenciones es incompleta y está sesgada. Como resultado, los pacientes pueden recibir tratamientos menos eficaces, perjudiciales o más caros.
Proponen algunas soluciones, incluyendo que el movimiento MBE rebaje explícitamente la calidad de toda la investigación producida por los que tienen un interés particular en los resultados.
Concretamente del siguiente modo:
Hacia una solución. Hay mucha polémica sobre los problemas de las grandes farmacéuticas y se pide que haya mejor rendición de cuentas y regulación del sector. Apoyamos estos enfoques, pero los consideramos insuficientes. Es ingenuo pensar que podemos evitar que los intereses creados introduzcan sesgos. Los políticos no pueden contabilizar sus votos y en el deporte hay que depender de los árbitros, no pueden ser los jugadores los que se encarguen de poner las sanciones. ¿En qué estábamos pensando al asumir que la industria sería capaz de proporcionar evidencia sobre las intervenciones de salud que han desarrollado, en las que creen y de las que quieren beneficiarse? Tenemos que reconocer este sesgo inherente y tomar medidas contra él.
Está más allá del alcance de este artículo discutir soluciones prácticas con gran detalle, sin embargo, hacemos las siguientes sugerencias:
- Hay que apoyar a la campaña para formalizar y reforzar las medidas que aseguren el registro y la publicación de todos los ensayos clínicos (ver www.alltrials.net) porque en caso contrario los ensayos que no respondan a los intereses de la industria seguirán quedando inéditos.
- Se requiere más inversión en la investigación independiente. Como hemos descrito, financiar indirectamente la investigación de la industria a través de los altos costos de los medicamentos protegidos por patente es un falso ahorro.
- Organismos independientes, informados democráticamente, deberían ser los que establecieran las prioridades de investigación.
- Las personas y las instituciones que lleven a cabo los estudios independientes deberían ser recompensados por la calidad metodológica de los estudios y no en función de si consiguen un resultado positivo (desde el punto de vista científico, un estudio “negativo” es tan valioso como uno “positivo”).
- Los instrumentos de evaluación de sesgos, como la herramienta Cochrane [64], deberían modificarse para incluir la fuente de financiación como un ítem independiente.
- Los esquemas de categorización de la evidencia deberían modificarse para considerar el sesgo sistemático de los estudios financiados por la industria. Existen mecanismos para ampliar o rebajar la calidad de la evidencia según el riesgo de sesgo. Por ejemplo, el sistema GRADE permite dar más valor a la evidencia observacional que muestra efectos grandes y degradar la información de los ensayos aleatorios cuando no se oculta adecuadamente la asignación (y varios otros factores) [65]. Sin embargo, en este momento, estos esquemas no tienen en cuenta el origen de la evidencia y no reconocen expresamente el elevado riesgo de sesgo cuando los que producen la evidencia tienen interés comercial en los resultados. Sería fácil introducir un elemento para modificar la calidad de la evidencia según el nivel del conflicto de interés que el patrocinador del estudio pueda tener con el resultado. Si hay conflicto de interés, la calidad de la evidencia debería ser rebajada. Esto es algo que hay que hacer para que la valoración crítica de la MBE siga siendo creíble, dado el fracaso de los rankings de la calidad de la evidencia que se utilizan ahora para detectar y descartar el sesgo de financiación de la industria.
Las cuatro primeras propuestas no son nuevas. Sin embargo, modificar formalmente los sistemas de ranking de la evidencia rebajando de manera explícita la investigación con el sesgo del conflicto de interés no parece haber sido previamente examinado por el movimiento de la MBE. Esto sería un paso sencillo y fácil de implementar que puede facilitar la transición de la MBE “per se” a una situación en la que no toda la evidencia tenga la misma credibilidad y donde se reconozca que el sesgo de financiación es persuasivo y causa errores.
Por esto no es de extrañar que en la tercera edición de Las prestigiosas Guías de usuarios de la literatura médica: Un Manual para la Práctica Basada en la Evidencia Clínica, de JAMA (Journal of the American Medical Association) que es la Revista de la Asociación Médica Estadounidense), en cada uno de los capítulos de valoración crítica cambien uno de los enunciados que engloban las preguntas básicas de la valoración crítica de la literatura científica, de tal forma que el esqueleto de las plantillas de lectura queda así
- ¿Cuál es el riesgo de sesgo?
- ¿Cuáles son los resultados?
- ¿Cómo puedo aplicar los resultados a la atención al paciente?
En el que el enunciado primero sobre la validez del estudio se sustituyen por la necesidad de valorar el posible grado de sesgo del estudio.