Fuente: Inhibidores de la bomba de protones: no son “protectores”, son fármacos. butlletí groc, enero – marzo 2016

Resumen
  • Cataluña es uno de los principales consumidores de inhibidores de la bomba de protones (IBP). Cada año los reciben casi un millón y medio de personas. Aproximadamente un 60% de los mayores de 65 años recibe tratamiento crónico con un IBP.
  • Los IBP no son “protectores gástricos”, sino fármacos de eficacia demostrada en el tratamiento de la enfermedad ulcerosa gastroduodenal y otras patologías, que también pueden tener múltiples efectos adversos, sobre todo cuando se toman por períodos prolongados. Lejos de ser protectores, en muchos pacientes incrementan el riesgo de enfermedades graves.
  • Los IBP no son más eficaces que los antihistamínicos H2 para el tratamiento de la dispepsia no ulcerosa, en la que, a diferencia de los antihistamínicos H2, tardan unos días en tener un efecto diferenciado del de placebo.
  • Una proporción importante de los pacientes que recibe IBP no los necesita, y obtendría un efecto beneficioso si deja de tomarlos.
  • No hay pruebas derivadas de ensayos clínicos que indiquen que las dosis de más de 20 mg al día sean más eficaces que las de 20 mg al día. Tampoco hay pruebas de la superioridad de algún IBP sobre los demás.
  • Cuando se decida retirarlos, conviene tener en cuenta que pueden tener efectos sintomáticos de rebote, y que puede ser adecuada una pauta de retirada progresiva (10 mg al día durante unas semanas; hay formas farmacéuticas de 10 mg).
  • A menudo se prescribe un IBP cuando se da el alta hospitalaria. Algunas guías de práctica clínica los recomiendan en situaciones en las que no están justificados. Es preciso revisar estas prácticas y limitar el uso de IBP a los pacientes que los necesitan verdaderamente.

 

 

¿En qué situaciones están indicados los IBP?
Los IBP están indicados principalmente en enfermedades relacionadas con la secreción ácida gástrica, donde han demostrado ser más eficaces que otros antiulcerosos como los antihistamínicos-H2. Además, se utilizan para la prevención de gastropatías secundarias a fármacos y también pueden tener su indicación en patologías más específicas que requieren tratamiento a corto plazo y que no son objetivo de este documento (como, por ejemplo, úlcera sangrante, colocación de bandas esofágicas, etc).
Enfermedades relacionadas con la secreción gástrica
—Tratamiento de la úlcera gastroduodenal.
—Erradicación de Helicobacter pylori.
—Enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) incluyendo la enfermedad de Barrett.
—Tratamiento del síndrome Zollinger-Ellison.
—Dispepsia funcional tipo pirosis (fuera de ficha técnica).
Prevención de gastropatías secundarias a fármacos
El uso injustificado de los IBP como gastroprotectores se considera una causa frecuente de sobreconsumo.
Como gastroprotectores, los IBP sólo están indicados en ficha técnica para la prevención de la úlcera gas troduodenal inducida por AINE en pacientes de riesgo. Sin embargo, existen otros fármacos potencialmente gastrolesivos y los IBP podrían ser beneficiosos para prevenir sus complicaciones gastrointestinales.
En la siguiente tabla se hacen recomendaciones teniendo en cuenta los siguientes factores de riesgo gastrointestinal: antecedentes de úlcera o hemorragia digestiva alta (HDA), edad, tratamiento concomitante con otros fármacos potencialmente gastrolesivos (AINE, antiagregantes, anticoagulantes, corticoides, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)). Para su elaboración, este grupo de trabajo ha tomado como referencia diversas guías de práctica clínica y revisiones
6-13 , consensuando las situaciones en las que se recomienda utilizar un IBP en la prevención de gastropatías secundaria
¿Cuál es el IBP de elección?
La bibliografía revisada coincide en señalar que no existen diferencias importantes en cuanto a eficacia y seguridad entre los diferentes IBP (omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol) cuando se comparan a dosis equivalentes
14.
Omeprazol es el IBP con mayor experiencia de uso y menor coste; por ello es el fármaco más eficiente del grupo y el IBP de elección, a excepción de aquellos pacientes en tratamiento con clopidogrel en los que esté indicado un IBP (ver apartado interacciones).
En 2015 el consumo de IBP en la CAPV ascendió a 18,65 M€. El 69% de los envases correspondían al omeprazol suponiendo únicamente el 27% del importe total del gasto de los IBP. Por el contrario, si tomamos el IBP más caro, el rabeprazol, éste
constituyó el 2,4% de los envases de IBP de la CAPV y supuso el 8,3% del importe del gasto total de IBP1.
Por ello, si a los pacientes en tratamiento con otros IBP diferentes al omeprazol, se les cambiara el tratamiento a
éste, se conseguirían ahorros considerables sin reducir la eficacia ni la seguridad de su tratamiento. Se ha calculado el impacto presupuestario que tendría esta medida dependiendo del grado de sustitución por omeprazol (ver Anexo III). Por ejemplo, si del consumo del resto de los IBP, el 70% hubiera sido omeprazol, el ahorro potencial obtenido habría sido de casi 8 millones de euros1.