En Mayo de 2016, en el Ojo de Markov se presentó un análisis del uso de estatinas en personas mayores del que se presentan las conclusiones a continuación (aun recomendándose altamente la lectura completa del artículo original donde se argumentan claramente esas conclusiones:
Retirada o deprescripción de estatinas
Cuando el médico y el paciente acuerden que no hay beneficio clínico o los riesgos son mayores que los beneficios potenciales, debe suspenderse el tratamiento.
La deprescripción debe considerarse:
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Cuando los beneficios potenciales ya no son clínicamente significativos
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En pacientes con deterioro físico grave, deterioro cognitivo o corta esperanza de vida, ya que la reducción del riesgo de eventos CV o la mortalidad no sería relevante
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En pacientes con efectos adversos (miositis, rabdomiolisis o fallo hepático grave)
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En pacientes con signos o síntomas compatibles con efectos adversos debidos a estatinas (mialgia, aumento de transaminasas moderado-grave, deterioro cognitivo o fatiga)
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En pacientes sin enfermedad cardiovascular previa que necesiten tratamiento con fármacos que interaccionan con estatinas (se incrementa el riesgo de toxicidad)
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En pacientes ancianos en tratamiento con estatinas se recomienda:
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En prevención primaria, valorar la necesidad de continuar con el tratamiento
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En prevención secundaria, utilizar tratamiento de intensidad moderada y evitar la utilización de terapia intensiva; si fuera necesario, disminuir la dosis o cambiar de estatina
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¿Qué estatina elegir?
Simvastatina se considera actualmente la estatina más eficiente. A dosis de 20-40 mg se obtiene máxima eficacia y mínimos efectos adversos. Rosuvastatina no ha demostrado ser mejor que atorvastatina, su balance beneficio riesgo ha sido cuestionado y hay autores que llegan a reclamar su retirada del mercado Pitavastatina carece de datos de eficacia en morbimortalidad cardiovascular.