Publicado en Cochrane Plus 2017 Número 11 con el comentario de Soledad Márquez Calderón al artículo publicado por Moynihany cols en PLoS Med concluyendo que: «Muchos de los cambios propuestos recientemente en la definición o diagnóstico de problemas de salud frecuentes, van en el sentido de ampliar el espectro de la enfermedad y por tanto, aumentar el número de personas “enfermas”. Son propuestos por grupos de profesionales que en su mayoría tienen intereses económicos ligados a la industria, y no se acompañan de una valoración de los posibles daños en la vida de las personas.»
Fuente: Profesión e industria: lazos que nos guían hacia una población bajo la mirada médica
Contexto y Objetivo
Existen abundantes pruebas del impacto que las relaciones entre los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica tiene en la investigación, formación, práctica y elaboración de guías de práctica clínica (GPC). El Institute of Medicine ha recomendado que se evite o minimice la participación de profesionales con conflictos de intereses en la elaboración de GPC.
Este estudio se propone identificar los cambios en las definiciones o dinteles diagnósticos que se realizan en las GPC sobre problemas de salud frecuentes, y describir los conflictos de intereses declarados por los miembros de los paneles implicados.
Método
Los autores definieron una lista de problemas de salud frecuentes, partiendo de varias listas previas. Posteriormente, identificaron las publicaciones más recientes de paneles que tomaban decisiones sobre la definición o el diagnóstico de los problemas de salud seleccionados. Para ello, realizaron una revisión basada en Medline, National Institutes of Health y National Guideline Clearinghouse. Se incluyeron las publicaciones entre 2000 y abril de 2013 que se habían generado en una organización reconocida de Estados Unidos, y que incluían decisiones sobre definición y/o criterios diagnósticos. De cada problema de salud, se seleccionó la publicación más reciente (salvo en hipercolesterolemia y asma donde se consideró de interés seleccionar dos publicaciones en cada caso, de paneles diferentes).
De cada publicación seleccionada, extrajeron información sobre los cambios propuestos en las definiciones o criterios diagnósticos, la justificación de los mismos, la mención de potenciales daños derivados (sobrediagnóstico, sobretratamiento, medicalización, etc.) y la declaración de intereses de los autores. Además, se realizó una valoración sobre el sentido de los cambios propuestos: hacia ampliar o reducir el espectro de la enfermedad.
Resultados
Se seleccionaron 16 publicaciones recientes sobre 14 problemas de salud. Se consideró que el impacto de los cambios propuestos iba en el sentido de ampliar el espectro de la enfermedad en 10 casos, en el sentido de reducirlo en 1 caso (anemia en enfermedad renal crónica), y no estaba claro en los 5 restantes. Los cambios en el sentido de ampliar el espectro de la enfermedad eran de tres tipos: creación de pre-enfermedad (hipertensión, Alzheimer), bajada del umbral para el diagnóstico (hipercolesterolemia- 2002, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, depresión, reflujo gastroesofágico), y propuesta de un método diagnóstico distinto o más precoz (artritis reumatoide, esclerosis múltiple, infarto de miocardio, hipercolesterolemia-2012). Los cambios se justificaron en base a la necesidad de estandarizar los criterios diagnósticos o porque existían nuevas evidencias sobre los riesgos en personas que antes no se consideraban enfermas. Seis publicaciones incluyeron alguna mención a posibles daños derivados de los cambios en la definición de la enfermedad, pero ninguna incluyó una valoración rigurosa de los mismos. El 75% de los miembros de los paneles declararon relaciones con la industria, con una media de 7 compañías por persona. 12 paneles habían sido dirigidos por profesionales con relaciones con la industria. En la mayoría de los casos, los lazos eran con compañías activas en el área terapéutica de interés.
Conclusión
Muchos de los cambios propuestos recientemente en la definición o diagnóstico de problemas de salud frecuentes, van en el sentido de ampliar el espectro de la enfermedad y por tanto, aumentar el número de personas “enfermas”. Son propuestos por grupos de profesionales que en su mayoría tienen intereses económicos ligados a la industria, y no se acompañan de una valoración de los posibles daños en la vida de las personas.
Financiación:
NHMRC (National Health and Medical Research Council) Screening and Test Evaluation Program.
Conflicto de intereses:
Los autores declaran intereses relacionados con el trabajo en instituciones profesionales o gubernamentales, y en el ámbito de la prevención del sobrediagnóstico. No se declaran intereses ligados a la industria.
Correspondencia:
raymoynihan@bond.edu.au
COMENTARIO
Queda patente que los organismos que elaboran guías (sociedades médicas, organismos gubernamentales y otros de “reconocido prestigio”) siguen haciendo caso omiso de las recomendaciones del Institute of Medicine de evitar o al menos minimizar la participación de profesionales con relaciones económicas con la industria farmacéutica en la elaboración de GPCs (1). Y si la mayoría de los profesionales implicados en la elaboración de guías tiene lazos económicos con la industria: ¿cómo se puede confiar en las recomendaciones de las GPCs para orientar la práctica médica?, ¿cómo se puede creer que no están influidas por esos lazos (como abogan muchos profesionales)?
Es preocupante la falta de autocrítica en la mayor parte de la profesión médica mientras asistimos a la continua ampliación de los criterios diagnósticos de diversos problemas de salud, a las cada vez más frecuentes recomendaciones de hacer diagnóstico precoz de múltiples enfermedades, al etiquetado de niños y adultos con nuevos nombres de síndromes y pre-enfermedades, y un largo etcétera. No se trata sólo de la imposible sostenibilidad económica de esta ampliación de la población puesta bajo la atención médica, es necesario preguntarse por las consecuencias para la vida de las personas.
Sin autocrítica no hay cambio. Y sin cambio, la profesión médica y en especial las sociedades profesionales, se están jugando su credibilidad y prestigio ante la población.
Referencias:
(1) Lo B, Field MJ. Conflict of interest in medical research, education, and practice. Summary. Washington (D.C.): Institute of Medicine. National Academies of Science, 2009.
Soledad Márquez Calderón
Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía.